miércoles, 6 de julio de 2011

Algeciras, Tanger las alfombras voladoras y la farmacia berebere





Llegamos a Algeciras luego de un viaje en tren muy bueno. Los trenes en España funcionan muy bien. Según la pagina del hotel que habíamos reservado estaba a 5 minutos del la estación de ferrocarril, no aclaraba que eran 5 minutos en auto por lo que caminando fue casi una hora, hacían 40 grados así que llegamos mojados y cansados. En el camino preguntamos por las alternativas para cruzar a Tánger y los precios del ferry eran excesivamente elevados así que optamos por una excursión con guía y comida y tiempo libre para compras.

Algeciras es una ciudad portuaria por donde circulas miles de personas que vienen desde África con la intención de ingresar a Europa. A Tánger lo llaman la puerta de Europa porque solo 14 km lo separan de Algeciras. La ciudad no es turística pero bueno, ya estábamos ahí.

La excursión a Tánger comenzó temprano en el puerto de Algeciras donde, por cuenta propia, debíamos encontrar un colectivo que nos llevaría hacia el puerto de Tarifa desde donde salía el ferry hasta Tánger. Encontrar el bus fue complicado porque en el puerto hay un estacionamiento desde donde salen varios buses que transportan a migrantes africanos hacia distintos lugares de Europa. El colectivo debía estar a las 9:50 pero se hizo rogar y llegó cerca de las 10:10 de la mañana. Cosa bastante habitual en Argentina por lo que no nos preocupamos demasiado. Nos encontramos con unos sudafricanos que viajaban en el mismo ferry y estaban desesperados por que no podía entender la demora, les hicimos de intérpretes y cuando llegó el bus se quedaron más tranquilos.

Llegamos a Tarifa en 30 minutos, hicimos los trámites de migración y nos subimos al ferry, hasta ahí sin guía ya que te esperan a la salida del ferry en el puerto de Tánger. Todos los turistas llevábamos una "pegatina" (calcomanía) que nos identificaba como tales. Al llegar al puerto nos separaron por idioma y nos subimos a un bus con el guía Abdulah que hablaba inglés y español. Dimos una vuelta por la ciudad nueva, pasamos frente al palacio del rey de Marruecos, por zona de embajadas, nos bajaron en un lugar donde podíamos sacarnos fotos con los camellos y seguimos viaje hacia la medina que es la zona más vieja de la ciudad. Caminamos un rato por ahí, vimos un show de un encantador de serpientes, compramos pan en un horno comunitario y seguimos hasta un restaurante donde almorzamos comida árabe con músicos del lugar. Desde el restaurante nos llevaron a comprar alfombras, cosa que nadie hizo ya que son carísimas e imposibles de transportar a pesar de que se ofrecen a mandártelas vía aérea a tu domicilio. Las alfombras son espectaculares pero no estaba en nuestros planes volver con una de ellas salvo que sea voladora y nos llevara desde Bs As a Trelew atravesando la nube de cenizas. No conseguimos ninguna de ese estilo.

Desde ahí nos llevaron a una farmacia berebere en donde un típico vendedor árabe intentó, durante más de una hora, vendernos cremas para las manchas, ginseng africano, aceite para el cuerpo, crema de azafrán, y no sé cuantas cosas más. Aguantamos un rato y nos fuimos a caminar solos por el soho, que es la zona comercial. Queríamos ver un poco esa zona, recorrimos apenas unas cuadras ya que estábamos casi sobre la hora de volver al barco. No fue lo que esperábamos ya que en este mercado callejero, los negocios venden las mismas cosas que se pueden conseguir en un comercio de importación de todo por un peso de argentina. La zona de mercaderías típicas la vimos apenas y la verdad es que nos quedamos con las ganas de sentir el Marruecos más auténtico; este está muy preparado para que los turistas hagan un tour de compras. Nos hubiera gustado caminar por las callejuelas con más tranquilidad, observar las casas, sus hermosas puertas pero los vendedores ambulantes no te dejan, te acosan en todo momento. Para nosotros, con una vez en Tánger alcanza y sobra.

Volvimos al ferry en donde tuvimos que esperar más de 2 horas hasta que salió el barco. Mientras tanto charlamos con españoles muy amables y nos pusimos al tanto de la crisis y situación económica de España.

Llegamos al hotel de Algeciras a las 22:30 muertos y famélicos. Nos dimos un baño y nos cruzamos a cenar en un bar que estaba cerca del hotel. Comimos pescado frito con una ensalada y nos tomamos una cerveza. Cuando nos íbamos a dormir el mozo nos dice, que una pareja, que estaba atrás nuestro cenando, nos invitaba una copa, a lo que no nos pudimos negar. Alberto y Maite son una pareja de españoles de Algeciras, profesores de inglés en un instituto de Algeciras, con los que nos quedamos charlando hasta que nos echaron del bar ya que estaban cerrando. La pasamos muy bien y nos hemos hecho nuevos amigos españoles. Nos fuimos a la cama ya que al otro día nos esperaba Sevilla.

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