Domingo 22-06-14. La aventura empezó media hora antes de
aterrizar en Cusco, cuando podíamos ver, a través de la ventanilla del avión, un
día soleado y las montañas de la Cordillera de los Andes muy cerca, algunos
sectores con nieve…
Llegando a Cusco |
Cuando comenzamos a
descender nos dimos cuenta que la pista que estaba en medio de la ciudad. Cusco
o "Qosqo" como se llamaba antes de la llegada de los españoles, se
encuentra a 3.400 m sobre el nivel del mar y allí viven unas 500 mil personas. Esta
ciudad es alargada y tiene forma de "puma" (uno de los animales
míticos del mundo andino). Se halla rodeada de montañas. Lo primero que se
percibe son los techos de teja roja de casi todas las casas…Tras la conquista
de los españoles, Cusco sufrió una profunda metamorfosis: los templos fueron
derribados y sobre sus bases se erigieron las iglesias católicas y otros
edificios. Fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en
1983.
Le temíamos al mal de
altura o "soroche" como le llaman los peruanos al "apunamiento".
Lo primero que te ofrecen en el aeropuerto es un té de hojas de coca que, por
supuesto, tomamos… Por suerte, la altura no nos afectó, a veces el corazón se
acelera y parece que falta el aire, pero nunca nos sentimos mal. Un transfer
del hotel nos llevó al mismo, nos dieron una habitación en el primer piso. Descansamos
un rato en el balcón y tomando solcito, dándole tiempo al cuerpo para que se
acostumbre a las nuevas condiciones de altitud, poco usual para nosotros.
Nuestro alojamiento resultó muy bonito, antiguo pero reciclado, con hermosos
adornos, 2 patios internos con flores y cactus, muy acogedor.
La idea para
aprovechar el domingo era ir a Pisac, que es una pequeña población a 30 km de
Cusco, ubicada en la falda del río Urubamba. Sabíamos de su famosa feria de productores en
la cual, los agricultores de la región, intercambian y/o venden sus productos
en la plaza del pueblo. Y también queríamos visitar las ruinas de una ciudadela
inca que se encuentra a 8 km del poblado. Entonces tomamos una combi y al medio
día ya estábamos en Pisac. Precioso lugar! Es un pueblo que se ha quedado en el
tiempo con sus callecitas angostas, algunas casas de adobe, mitad inca, mitad
hispano… y el ambiente natural de la montaña de daba el marco perfecto… nos
encantó! La feria era muy colorida y había cientos de puestos de artesanías y
otros tantos de comidas. Aquí probamos por primera vez un choclo hervido con
sal y queso… ummmm delicioso! Nos gustó mucho la gente local ataviada con sus
trajes típicos.
Luego un taxi nos
llevó hasta el complejo arqueológico, y antes de entrar, compramos el boleto
turístico que da acceso a 16 lugares en Cusco y el Valle Sagrado, incluyendo
museos también, y que con seguridad, usaríamos en los próximos días.
Las ruinas de Pisac son
monumentales y, según los estudios realizados, funcionaron como una
"hacienda real" propiedad del Inca Pachacutec (1438-1471). Comenzamos
nuestra caminata en descenso hacia pueblo de Pisac pasando por varios andenes
de cultivo (que van desde los 2.995 m a 3.450 msnm), estructuras domésticas y
ceremoniales, acueductos necesarios para proporcionar agua para la explotación
agrícola, un cementerio en la ladera de una montaña que albergó unas 10.000
tumbas antes de la profanación de los españoles, área militar, etc. Nos llamó
la atención la perfección de las construcciones, el encastre perfecto de las
piedras…los Incas eran artistas!
Ruinas de Pisac |
Hicimos una buena
caminata hasta el pueblo, bajamos por las viejas escaleras incas disfrutando
del paisaje… al llegar nos temblaban las piernas del esfuerzo. Compartimos un
taxi con una pareja para regresar a Cusco, fuimos al hotel, nos bañamos y
fuimos a ver la plaza de Cusco. Nuestro alojamiento estaba en el centro
histórico, a 300 m de la plaza. Bueno, Cusco es MAGICO! Se siente una energía
especial… Cenamos y volvimos al hotel a descansar… la mañana siguiente, tempranito, nuestro destino era tomar el tren
para llegar a Aguas Calientes y conocer Machu Picchu…
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